Ya llevamos 10 días en bicicleta. El tiempo y los paisajes pasan a una velocidad increíble. Saliendo de Santiago, cruzamos la Cordillera Central para encontrar otra vez el Océano Pacífico, buen pescado frito y lugares para acampar en la playa. Al principio, nos sentimos un poco perdidos y hemos olvidado el frío que puede hacer por la noche, incluso cuando en pleno día el termómetro marca más de 30°C. Pero los gestos vuelven rápidamente: nuestras manos recuerdan cómo montar la carpa, retomamos el reparto de tareas del año pasado y, antes de acostarnos, preparamos nuestros sacos de seda por si pasamos frío por la noche. Después de 2 días, es como si fuera hace un año, como si nunca hubiéramos interrumpido nuestro viaje.
Disfrutamos de los 2 días en la costa, es como una liberación. Estábamos realmente hartos del invierno en Europa y aún más del tráfico, la agitación y la cuarentena en Santiago. Por fin, podemos limitarnos a pedalear y disfrutar del momento presente.
Después de la región de Valparaíso, sólo queda la autopista que bordea el mar, así que decidimos aventurarnos más hacia el interior. Aquí descubrimos una nueva faceta del país, montañosa y seca. Es más difícil encontrar lugares para acampar, ya que los campos están todos cercados hasta la carretera. A veces tenemos que conformarnos con un espacio plano debajo de un puente (sí, lo sabemos, suena espeluznante, pero dentro de nuestra carpa, se siente como en casa de todas maneras). Pero también encontramos lugares estupendos en ríos o lagos secos, perdidos completamente solos en medio de la nada, rodeados de cactus y bajo un cielo con mil estrellas. Cruzamos pasos de montaña bajo el sol abrasador, sólo con cactus a nuestro alrededor. Cada vez que encontramos una fuente de agua (aunque sea un pequeño arroyo en el que apenas podemos mojar los pies), entramos en éxtasis. Aunque sabíamos que como europeos tenemos la suerte de disponer de agua en grandes cantidades en todo momento y que no es así en todas partes del mundo, aquí experimentamos la diferencia de primera mano y el valor del agua cobra aún más importancia para nosotros. Los metros de altitud, el calor, todo es muy agotador, pero estamos contentos de estar aquí y de hacer nuestro camino en bicicleta.
También nos encontramos con los primeros controles sanitarios/bloqueos. Aquí en Chile, las medidas sanitarias se deciden para cada comuna, hay controles regulares de una comuna a otra, dependiendo del nivel de las medidas. Algunos policías/militares discuten más que otros, pero al final nos dejan pasar a todos. De momento hemos tenido bastante suerte, hemos estado la mayoría de las veces en comunas con medidas livianas, y cuando se han decidido medidas más estrictas (especialmente la cuarentena) hemos podido salir antes de la comuna correspondiente. Esperamos que siga siendo así, sobre todo porque un poco más al norte hay varias comunas en cuarentena. ¡Os contaremos cómo va la cosa la próxima vez!
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Nuestros primeros golpes de pedal tras el regreso