Nicaragua fue una agradable sorpresa para nosotros. Un país del que no sabíamos absolutamente nada antes de ir allí.
El sur del país está marcado por una hermosa cadena de volcanes y por la agricultura. Pedaleamos entre plantaciones de plátano y papaya y vemos enormes campos de caña de azúcar y arroz. El ganado a menudo tiene que conformarse con el lado bajo de la carretera, 10 m de vegetación a cada lado de la misma. Los primeros volcanes que vemos son el volcán Concepción y el volcán Maderas, en la isla de Ometepe, en medio del lago Cocibolca. Tomamos un ferry para visitar la isla y rodear el volcán Concepción. En el camino, también descansamos en las hermosas playas de la isla.
De vuelta a tierra firme, nos dirigimos a Granada, antigua capital (como León, más al noroeste) de Nicaragua. Granada se encuentra más al oeste del Lago Cocibolca. Nos encantan las casas con los colores del arco iris, los bonitos patios de las casas coloniales y la bonita orilla del lago, pero no nos entretenemos, la destinación siguente ya nos espera. Nos trasladamos a la Laguna Apoyo, la mayor laguna de cráter del país, antes de instalarnos en la Laguna Masaya para pasar la noche.
El día siguiente es el punto culminante de nuestra estancia en Nicaragua (apropiado para el día de Navidad). Subimos al volcán Masaya, un volcán muy activo que humea sin parar. Caminamos alrededor de un cráter extinto para disfrutar de la vista de los alrededores, luego admiramos el cráter activo, o al menos lo que es visible a través del humo. Por la tarde, nos dirigimos a Managua, la capital, para descansar y celebrar juntos la Navidad (¡incluso conseguimos una bonita habitación de hotel para la ocasión!).
A continuación, nos dirigimos al noroeste hacia Honduras. Recorremos el lago de Managua, con el volcán Momotombo y su hermano pequeño Momotombito a la vista. Esta noche, acampamos en la orilla del lago al pie del volcán, ¡qué bonito! En nuestro último día de ciclismo en Nicaragua, pasamos por el lado norte de la cadena de volcanes y atravesamos una a una estas montañas más o menos cónicas, algunas humeantes, otras de aspecto bastante tranquilo. Justo en la última docena de kilómetros, les damos la espalda para llegar a nuestra próxima frontera.
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En el país de los volcanes